El marido y padre también tiene su historia, también está decepcionando.
En su primera entrevista conmigo, Javi me cuenta que él ha venido a verme porque Nora, su mujer, ha insistido mucho en que tenían que ir a ver a esa abogada rara que le han recomendado que también es mediadora familiar, experta en Desarrollo Personal e Inteligencia Emocional. En realidad, él estaba bien como estaba, no se había planteado tener que ir a ver a una abogada y menos con ese “rollo de medio psicóloga” y eso que a él no le va.
Pero ya que ha venido, se ofrece a colaborar y mostrar su versión de los hechos y manifestar sus sentimientos.
Javi dice seguir enamorado de su mujer, Nora a la que respeta y admira enormemente, como esposa, como madre y como profesional. Sabe que es muy competente en todo lo que haga, pues reconoce que lo hace todo con pasión.
Recuerda que se enamoró de ella en el colegio, cuando le veía correr en el patio y su pelo largo y negro se movía con el viento, cuando se reía a carcajadas y sin pudor con sus amigas por cualquier tontería, cuando le miraba de reojo a él sin decir nada y diciéndolo todo y, cuando en clase salía a la pizarra a explicar la lección y hablaba tan bien, tan segura que él no podía dejar de mirarle.
Desde el primer día que le vio entrar en clase se enamoró de ella y se juró que haría todo lo posible por conseguir ser su novio. Sin embargo ella, aunque tonteaba con él, sabía que era deseada por todos los de la clase, era guapa, era lista e inteligente, bailaba bien, y hasta tocaba el piano. Tonteaba con todos, pero no parecía interesarse por ninguno. Al final Javi le pidió salir, y se llevó el mayor chasco de su vida cuando Nora le dijo que no, que le gustaba Toni, “el chulito de la clase”.
Salieron del colegio y en unos años no volvieron a verse, pero la fuerza del destino les hizo repetir y la vida les dio otra oportunidad. Ya estaban en la universidad y se encontraron en una fiesta que organizaba la facultad de ingenieros de él. Javi estaba deslumbrante, rubio, fuerte, con sus preciosos ojazos azules y ella estaba preciosa. Esta vez, sus miradas se cruzaron y ya no fueron necesarias palabras, pues su destino quedó sellado con un beso eterno que contenía todas las promesas que dos enamorados podían hacerse: esto es para siempre mi vida, nos casaremos, tendremos hijos y seremos felices como nadie.
Y así fue, terminaron sus carreras, encontraron trabajo, se compraron un piso pequeño, tuvieron a los dos niños, se cambiaron a un piso mejor, incluso con piscina porque les hacía mucha ilusión. Pero, cuando todo debía ir de película o haciendo real aquello de “fueron felices y comieron perdices” empezaron los reproches por parte de Nora hacia é: que si ves demasiado fútbol, que si no me miras, que si no sabes ni a qué curso van tus hijos al cole, que no te enteras de lo que pasa en casa, que estás todo el día trabajando, etc.
Y yo le pregunté a Javi. ¿y tú, qué sientes, qué es lo que esperabas? Y él contestó: “yo sólo deseaba dar lo mejor para mi mujer y mis hijos, mi familia igual que había hecho mi padre y de ella tan sólo esperaba una sonrisa al volver a casa y el RECONOCIMIENTO de que estaba haciendo las cosas bien.
Sin embargo, me encuentro con un reproche tras otro, cuando a mí siempre me ha gustado en el fútbol. Siento que estoy muy pendiente de mis hijos, que son mi vida, adoro a mi mujer, me implico en las tareas de la casa todo lo que puedo, me hago cargo de tener al día los dos coches, pasar la ITV, hacer los arreglos necesarios en la casa; me preocupo por ahorrar y controlar nuestro dinero, me hago cargo de todos los pagos: hipoteca, recibos, los colegios, impuestos, etc. Me gustaría que ella se implicara en esas cosas y dice que no le interesa lo del dinero, ni los bancos, ni la bolsa ni nada, que ya tiene demasiadas cosas en la cabeza.
Muchas veces le propongo que salgamos solos como de novios y dejemos a los niños con mi madre y me dice que está cansada, que no le apetece y que una buena madre no deja a sus hijos para salir de fiesta, que bastante tienes los pobres con tener dos padres que trabajan y que quizás era mejor lo de antes, cuando sólo trabajaba el hombre y la mujer cuidaba a los niños. Incluso dice que está pensando pedirse la excedencia en el trabajo, a lo que yo me opongo, ya que estaríamos muy justos económicamente.
También me dice que está cansada y me pone excusas cuando le insinúo que le espero en la cama, siento que ya no me desea y me da mucha pena, me siento constantemente rechazado y despreciado y poco a poco empiezo a fantasear con que quizás conozca a otra mujer que me desee y reconozca mis cualidades y me haga sentir bien”.
Entonces Javi, le pregunto ¿cómo te ves en el futuro?
Pues la vedad, dice, hasta ahora no me había planteado divorciarme, pues asumía que los matrimonios son así, que a veces hay rachas buenas y rachas malas, y es lo que he visto en mis padres, que siempre a pesar de todo se respetaban y seguían juntos. Además, mis hijos son lo más importante para mí y si me divorcio y me voy yo de casa tengo miedo de perderlos, de que me olviden, de que me culpen del divorcio.
Sin embargo, desde que Nora ha insistido en que vengamos a verte me he dado cuenta de que yo hace mucho tiempo que tampoco soy feliz y que quizás lo mejor sea divorciarse.”
Querido lector, quizás tú estés en una situación similar a la de Javi y acudir a un buen profesional te pueda dar las claves para poder tomar la decisión de si divorciarse o no.
Nuria Caballero Valentín.